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¿Qué tipo de abogada soy o me gustaría ser?

Esta es una de las preguntas que irían en contra del título de este blog "Don't box me in" al intentar catalogarme como una abogada en específico. Por eso, una respuesta sincera a esta pregunta es que no lo se, aún no lo he descifrado y no se si deba hacerlo. Pero no se desanime lector/a, siga leyendo este blog porque podemos intentar descubrirlo.


Esta entrada de blog la realice mientras leía partes de estos tres libros 1. Designing your life: Build a life that works for you. Burnett and Evans (2016); 2. Tu modelo de negocio. Osterwalder, Pigneur, Clark (2012); y 3.This is Service Design Doing. Stickdorn, Marc (2018). De manera que esta entrada no es el resultado de unas lecturas, sino que mientras intentaba encontrar la respuesta a la pregunta del encabezado, las lecturas me llevaron de un lado para el otro, de no saber nada y no querer preguntármelo, a querer planear y diseñar mi vida como abogada.


Mi primera respuesta intuitiva, sin haber leido, fue "no se". Claramente eso es insuficiente para mis lectores/as y para mi. La otra fue "no se si deba saberlo", ¿Al fin y al cabo no es eso etiquetarme y encasillarme? Pensé entonces que podía empezar describiendo qué tipo de abogada no me gustaría ser. Preferiría escribir en positivo, pero escribir en negativo también funciona a veces.

1. No me gustaría ser una abogada "Sabelotodo".

2. No me gustaría ser una abogada que sólo se preocupa por el resultado.

3. No me gustaría ser una abogada sin propósito o una persona sin propósito.


Para mi los abogades "sabelotodos" son aquellos que creen que su concepto es el único correcto, que su interpretación de la Ley es la verdad absoluta o que sólo hay un camino correcto. Se caracterizan por ser una persona celosa con la información y con el conocimiento. He tenido la fortuna de conocer algunos en la facultad, tanto estudiantes como profesores/as (fortuna porque me ayudaron a reconocer ese tipo de abogada que no quiero ser). Este tipo de abogades viven por su posición firme, o incluso pueden morir por ella y a mi me parece que es desgastante y que simplemente se les está pasando la vida por delante.

Esto no quiere decir que no defienda mi posición con convicción (al fin y al cabo eso es lo que hacemos las abogadas y abogados), esto quiere decir que quiero compartir mi información, quiero tener la mente abierta y no tener pena o miedo de reconocer que una idea puede ser mejor que la mía. Se que hacerlo no va a dañar mi autoestima, ni me va a ser menos calidad de abogada.


Ahora, no me gustaría ser una abogada que sólo se interesa por lo que será el resultado (en ganar). Eso es importante, pero no me quiero enfocar sólo en ello (por si recuerdan la clase de contratos - tenemos una obligación de medio, no de resultado, somos facilitadores) y además porque me perdería todo lo divertido que es el proceso. El proceso no simplemente es hacerle seguimiento al caso dentro del sistema jurídico (si se vencieron los términos o no/, si la demandada respondió o no), para mi el proceso es preocuparse por las personas que acudieron a mi o a mi empresa, preguntarles cómo están y cómo se sienten, si sienten que les falta empaparse más del proceso, si he logrado hacerme entender en términos no jurídicos y si podemos llegar a acuerdos conjuntamente.


El tercer punto lo voy a desarrollar de forma positiva, porque quiero ser una persona y una abogada con propósito. Quiero dejar claro que esto tiene textura abierta (si lo defino mucho se me limitan las posibilidades), pero quiero intentar averiguar cómo me gustaría ejercer mi profesión y cómo puedo ofrecer mejor mis servicios jurídicos.


Quiero que mi desarrollo profesional como prestadora de servicios jurídicos sea similar al de un/a mesera/o, un/a masajista o un/a peluquero/a. Dichosamente, además de poder prestar un servicio jurídico, he podido prestar servicios como mesera y como masajista. Para prestar un servicio en un restaurante, tiene que conocer y haber probado los ingredientes, no basta sólo con conocer el menú. Posiblemente le pregunten qué recomienda y eso depende mucho de los sabores que le agraden a usted y al cliente, pero va a poder dar una respuesta acertada si se hablan y se comunican asertivamente. Si conoce bien qué es lo que quiere el cliente y qué puede ofrecer, puede que de un excelente servicio.

Cuando hago un masaje pregunto si la persona tiene algo que debería saber, algún dolor en específico o algo que le acongoja. De aquí para adelante la comunicación no es verbal sino corporal. A partir de eso, empiezo a reconocer el cuerpo, a sentir qué parte necesita más trabajo que otra. Yo ofrezco un movimiento distinto dependiendo de lo que mis manos perciben necesita ese cuerpo, puede ser un movimiento circular o uno seco para aliviar un dolor.

En la peluquería no le prestan el mismo servicio a todo el que entre, no le dan el mismo corte de pelo, ni se le trata de igual forma. La persona que me corta el pelo, lo consiente y le habla, le dice que tiene que crecer. Estos ejemplos muestran cómo cada persona tiene sus propias necesidades y cómo estas 3 profesiones pueden ser muy conscientes a la hora de ofrecer un servicio, además muestran que no hay sólo una forma de prestarlo, cada una difiere según las necesidades de quien acude a él y de quien lo preste. Del servicio claramente dependerá que la persona vuelva o no, pero a ese resultado no se llega si el propósito no es otro que disfrutar el proceso con la persona que acudió a quien corta el pelo, hace masajes o atiende en un restaurante.


Mientras diseño y piloteo las herramientas que me dan estas lecturas, tal como lo pueden intentar Donald, Janine o ud querido lector, puedo decir ahora qué tipo de abogada quiero ser. Quiero ser proactiva en ese proceso de diseño, no se trata de etiquetarlo todo, pero si de darle forma, y entender que esa forma no es permanente y puede cambiar en cualquier momento. Quiero poder crear con otros abogados/as y quiero ser parte de un equipo de cocreación, de construcción grupal, no de un equipo de aniquilación (esos que anulan las ideas de los otros). Quiero compartir con gente que sabe de ingeniería, de ecología, de ciencia, de diseño, de sociología y quiero poder acercarme a esos temas.


Quiero ser una abogada generalista que pueda experimentar varios temas, así sean radicalmente diferentes al derecho. Respecto a esto quería compartirles una última reflexión. Siempre he pensado, los jueces deben saber de muchas cosas, el juez o jueza no llega a esa posición sabiéndolo todo. Sino que cada caso que le llega, va decifrandolo en el camino, tal como hacen los diseñadores que van construyendo la solución en el proceso. Si no se han visto la docuserie de videojuegos High Score, en el segundo capítulo muestran como Universal Estudios® estudios demandó a Nintendo® porque este último creó un videojuego llamado DONKEY KONG, que según Universal era muy similar a KING KONG la película. No les voy a contar quién ganó el pleito pero me pareció muy valioso notar que al juez que le tocó conocer del caso, aprendió de cada persona y de cada parte, aprendió cómo se fabrican los videojuegos, cual es el proceso, por qué el proceso creativo era o no similar a la historia de otro mono que salva princesas/o las secuestra.


Quiero ser una abogada que combine su propósito de tener ingresos continuos, de hacer impacto en las personas y de disfrutar los procesos de la vida.

 


 

Quiero que mis clientes y amigos recuerden mi nombre, como el de Sara, y yo recuerde el de ellos.


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